Ya no soy el que fui. ¿Qué está pasando en Cuba?

LAURA DOMINGO AGÜERO
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Ya no soy el que fui – se dijo-; ya no soy asceta, ni sacerdote, ni brahmán. ¿Qué haría en casa de mi padre? ¿Estudiar? ¿Sacrificar? ¿Ejercer el arte de reflexionar? Todo ello ya es pasado, ya no se halla en mi camino”. En definitiva: ¿quién soy yo? “Siddharta”, Hermann Hesse.

¿Qué está pasando en Cuba? Es la pregunta que muchos se hacen, y para responderla habría que empezar por entender si lo que ocurre revela algo novedoso.

La ideología política imperante en la Isla desde 1959 se inculca en los ciudadanos a partir de edades preescolares y ha perneado la idiosincrasia generando una nación con un fuerte concepto del patriotismo, donde cualquier actitud que ponga en tela de juicio la ideología es aún considerada un acto de traición.

Esta verticalidad se enfrenta a uno de sus mayores momentos de tensión en los últimos años desde que, a inicios de noviembre de 2020, Denis Solís, un miembro del Movimiento San Isidro (MSI) fuera condenado a ocho meses de prisión por cargo de desacato.

El MSI está compuesto, entre otros, por curadores de arte, escritores, artistas, periodistas y personas de otras formaciones, incluso no académica, que coinciden en una postura disidente respecto al gobierno. Desde su fundación se han manifestado contra leyes y medidas que pretenden categorizar, inspeccionar y evaluar en base a estéticas establecidas por el Ministerio de Cultura la producción artística nacional, y contra cualquier acción o dictamen que obstaculice la falta de libertades en Cuba.

Al tener noticia de lo ocurrido con Denis Solís, la curadora Anamely Ramos y el artista Luis Manuel Otero Alcántara, miembros del MSI, solicitaron a las autoridades competentes mayor información sobre las acusaciones que recaían sobre Solís y la rapidez con la cual había sido dictaminada su condena, recibiendo como contestación maltrato físico y moral.  Posteriormente, la policía y agentes del Ministerio del Interior cerraron los accesos a la sede del Movimiento, vivienda particular de Otero Alcántara, ubicada en la calle Damas del capitalino barrio San Isidro.

Ante esta situación, algunos de los allí congregados (alrededor de diez), dieron inicio a una huelga de hambre y sed que hicieron pública a través de Facebook y otras redes sociales, y lanzaron una convocatoria para que el pueblo acudiera a las plazas en señal de apoyo. Esto desató un operativo que culminó con escenas en las cuales se vio a agentes de la policía y militares deteniendo de manera forzosa, golpeando e injuriando a transeúntes que mostrasen simpatía con el MSI, así como a activistas y periodistas independientes en el Parque Central de La Habana.

En la noche del 26 de noviembre fuerzas policiales y personas vestidas con el atuendo sanitario irrumpieron en la sede del MSI alegando que se cometía una infracción relacionada con la actual pandemia. Bajo esta afirmación se llevaron a los presentes, desactivaron teléfonos celulares, y clausuraron el lugar.

La mañana sucesiva, 27 de noviembre, una veintena de artistas acudió a las puertas del Ministerio de Cultura. Por la tarde casi quinientas personas, incluyendo a representantes de varias generaciones y disciplinas, aguardaban allí con un mismo objetivo: entablar un diálogo con el gobierno.

Más de doce horas permanecieron en el lugar, hecho sin precedentes en las últimas décadas, leyendo poesía, cantando para darse ánimos y aplaudiendo cada quince minutos. Por fin, a la caída de la noche, un grupo reducido obtuvo la autorización para entrar y ser atendidos por el viceministro de Cultura Fernando Rojas. Según se ha divulgado, en esta reunión pudieron abordarse varias inquietudes y llegar a acuerdos como el respeto a la libertad de expresión, la libre creación y el disenso.

Al día siguiente, sin embargo, la mayor parte de la prensa oficial obviaba lo ocurrido o hacía referencia a “un circo” y “una farsa”.

Desde entonces, un acoso a estudiantes, artistas y personas que defiendan al MSI o proyecten una actitud crítica hacia el gobierno, se ha desatado en la capital y en las provincias del interior del país.

Otero Alcántara, luego de ser el último en abandonar la huelga de hambre por voluntad propia, ha sido puesto en libertad y vuelto a detener varias veces. Todos los miembros del MSI tienen todavía vigilancia policial permanente y algunos siquiera pueden salir de sus casas, al igual que varios periodistas y creadores independientes. La gran mayoría de ellos son acusados de recibir financiamiento de grupos terroristas estadounidenses.

En tanto, el gobierno convocó a una concentración liderada por la Unión de Jóvenes Comunistas a la cual asistió el presidente Miguel Díaz-Canel, y ha abierto mesas de diálogo a las que, sin embargo, no pueden asistir muchos de los que estuvieron frente al Ministerio el 27 de noviembre.

Esta estrategia sólo ha logrado encender las discrepancias revelando inconformidades en la población que van más allá del MSI e incluso, por parte de quienes no se sienten identificados con el MSI. Sin embargo, no se llega a ningún consenso porque no hay espacios en los que confluya de manera pacífica la diversidad. Y he aquí lo que más me inquieta, que este desequilibrio saque a la luz un enfrentamiento social irreconciliable. 

En algún momento de nuestras existencias solemos preguntarnos, ¿quién soy yo? Pero parece que esta vez todo un país se observa ante el espejo con la angustia de encontrar solo el rostro compungido de la ira. 

El miedo es usado de nuevo por los agentes que responden a una sombra represiva con deseos de intimidar, mas, de otra parte, se despierta una Cuba renuente a ser habitada por el miedo, la indiferencia y el egoísmo estéril, ciego, árido.

Es cierta la intención injerencista por parte de Estados Unidos sobre el territorio nacional, como es innegable el bloqueo económico; pero esto no puede anteponerse ni ser usado siempre como escudo ante dificultades de distinta índole.

Y es que muchos aspiramos una Cuba inclusiva, plural, que honre el diálogo interno y externo, y por tanto, la vida. Una Cuba que respete su propia Carta Magna, que no sectorice ni injurie. Que permita a los ciudadanos ejercer y hacer dominio de sus libertades. Una Cuba cuyo gobierno no reaccione en ningún caso con dureza, lo que significa, falta de bondad. Una Cuba que trascienda la ideología, que sea capaz de solucionar sus conflictos mediante la negociación, que no actúe como un feudo ni engendre hipocresías sociales beneficiando a los que se hacen eco del discurso oficial. Una Cuba para Todos.

Soy escritora y coreógrafa, autora de los títulos, De invocaciones y otros límites(Colección Sur Editores de Poesía, Cuba, 2014, Proyecto Literal, México, 2014, y Editorial Guantanamera, España, 2016, a través de la cual se tradujo al italiano y es distribuido en Italia por el sello Mondadori),  País sobre las aguas (Ediciones Sed de Belleza, Cuba, 2019) y La Distancia (Ediciones Áncoras, Cuba, 2020). Trabajo como coreógrafa residente de la compañía Danza Contemporánea de Cuba y he colaborado con el Ballet Nacional de Cuba y otras compañías de danza y ballet de Colombia, Nicaragua, México e Italia. 

Ya no soy el que fui. ¿Qué está pasando en Cuba? ultima modifica: 2020-12-17T19:33:16+01:00 da LAURA DOMINGO AGÜERO
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